viernes, 29 de marzo de 2013

ADIVINANZA

Biblioteca de James Joyce. Dublín


Entre cientos de papeles y pequeños cuadernos, donde apunto referencias y frases de los libros que leo, encuentro hoy un párrafo escrito a mano de la novela Las palabras perdidas, finalista del Premio Nadal 1992, del escritor cubano Jesús Díaz (1941-2001). Libro que trata, entre otras cosas, de literatura y que me prestó mi amiga Milena Rodríguez, poeta cubana-granadina, cuyo padre, Guillermo, es uno de los protagonistas (creo que el Gordo). Son cuatro amigos: el Rojo, el Gordo, el Flaco y Ángela, hijos de la Revolución, que leen y discuten en La Habana sobre la literatura y la época en que les ha tocado vivir.  El texto me pareció deslumbrante y lo tecleo a continuación: 

 “Pero al mirar hacia la librería sintió un mareo, una sudoración, un llamado. Allí adentro y ahora el loco más cuerdo de la historia entraba en la eternidad montado en las aspas de un molino, el más inocente era procesado de modo inapelable, el más desesperado mataba a una anciana de un hachazo, el más fantasmal proyectaba su larga sombra sobre el páramo, el más siniestro batía incesantemente su tambor, el más inteligente resolvía la oscura ecuación inscrita en un jardín de senderos que se bifurcan, el más vapuleado moría en los helados campos de Kolyma y el más terco luchaba contra los sigilosos designios de un enorme cetáceo; había amores allí, había desgarramientos, odios, tropelías; Napoleón avanzando hacia el desastre por las nieves de Rusia, el Investido de Poderes instalaba en el Caribe una insaciable guillotina, Ulises vagaba sin rumbo por las calles de Dublín y el Cholo moría en París con aguacero recordando a su Rita de junco y capulí; allí adentro, llamándolo, se abría la noche insular con sus jardines invisibles”. 


Entiendo las referencias de las famosas obras que cita el autor por medio de bellas y acertadas perífrasis, pero algunas no las reconozco, por lo que pido al atento lector que me ayude a descifrarlas.
Jesús Díaz cita a don Quijote”, a Josef K. de “El proceso” de Kafka, a Raskolnikov, protagonista de “Crimen y castigo” de Dostoievsky, a “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, al Oscarito de “El tambor de hojalata” de Günter Grass, al pescador de “El viejo y el mar” de Hemingway, “El siglo de la Luces” de Alejo Carpentier, el “Ulises” de James Joyce y César Vallejo en su poema “Piedra negra sobre piedra blanca”.
Pero no sé quién es “el más inteligente y “el más vapuleado” que “moría en los helados campos de Kolyma”, quizá se refiere a “Archipiélago Gulag”.

martes, 12 de marzo de 2013

IMPROVISAR ES PELIGROSO



Es lamentable la falta de vocabulario y de recursos lingüísticos, si no de ideas, que manifiestan los políticos cuando se presentan en público;  reflejo de su incultura, pero, sobre todo, de la prepotencia y la falta de respeto a los ciudadanos. Ellos improvisan, cuando solo los buenos oradores pueden improvisar porque dominan el arte y la técnica de la retórica. Y no es que no tengan asesores, los ciudadanos ya sabemos que existen -¡y los pagamos!-; son funcionarios de carrera, especializados en distintas materias,  a los que deberían recurrir tanto ministros como diputados. Pero a nuestros padres de la patria lo que de verdad les interesa es salir en las fotos, en viajes, inauguraciones y otros “eventos” -horrible e impropia palabra implantada por ellos y por los medios-. Lo que no les gusta nada es dedicar tiempo al estudio y a la reflexión, a la preparación de sus intervenciones y al ensayo de las mismas.
He oído decir que, cuando se entra en La Casa Blanca, es sorprendente la cantidad de gente reunida que se encuentra en las diversas salas: son los asesores, los becarios, los trabajadores en suma, preparando los discursos a los altos cargos del gobierno americano; hecho que se refleja en la interesante serie (con todas las objeciones que yo le pondría) “El ala oeste de La Casa Blanca”.
Sin embargo, algunos políticos, mujeres y hombres, que son excepción,  preocupados por comunicar bien, se asesoran con las personas preparadas en el tema del que van a hablar. A  principios de la década del 2000, colaboré junto a una psicóloga y una antropóloga con las funcionarias del Área de la Mujer de la Diputación de Granada, en la confección de la revista “Pandora” (Mujeres y Literatura) y actué de “negra” algunas veces, ya que la señora diputada del área, Elvira Ramón,  que es de lo más honesto que he conocido, cuando tenía que actuar en público, requería la ayuda de las funcionarias y nuestro equipo le elaboraba el discurso; ella se lo estudiaba concienzudamente y uno de sus discursos, que hubo que enviarlo a Sevilla para que la Consejería le diese el visto bueno, despertó la, llamémosle, “envidia” de la señora Consejera de Igualdad, Micaela Navarro, por lo que le comunicaron a la diputada granadina que quizá no intervendría en el acto que se iba a celebrar en Granada, que tendría que esperar a un gesto de la Consejera, cuando esta terminara su alocución, para darle o no la venia. Parece que al fin se la dio, pero a mí me ha quedado la duda sobre qué gesto le haría la señora ¿arquear una ceja? ¿señalarla con el índice? o ¿darle una patadita por debajo de la mesa?
Afortunadamente Elvira Ramón ha seguido ocupando cargos en el gobierno de Andalucía, como Delegada de Salud de la Junta de Andalucía y otros. Sin embargo,  la revista anual “Pandora” no sobrevivió y solo se mantuvo durante cuatro números,  pues la llegada de otra diputada supuso el cierre, ya que esta mantenía que era una revista elitista; aunque las redactoras habíamos comprobado in situ cómo era leída y apreciada en las bibliotecas y asociaciones de mujeres de la provincia, que recorríamos con frecuencia coordinando los foros de animación a la lectura y de feminismo. A lo que aspiraba la nueva diputada era a salir en las fotos, creando una revista de propaganda, que reflejara los “logros” de las mujeres políticas; fotos de los medios en las que muy a menudo aparecen,  siempre riendo, eso sí, aunque no sepamos el motivo.