domingo, 28 de octubre de 2012

LORCA, UNA VOZ UNIVERSAL





Se dice que en 1984, en los buzones de doscientos cincuenta granadinos apareció un librillo de once sonetos llamados "Del amor oscuro" firmados por Federico. Constituyen la obra cumbre del poeta, como afirmaba su amigo Vicente Aleixandre, que los había oído recitar de boca del propio poeta: "Si esa obra no se ha perdido; si, para honor de la poesía española y deleite de las generaciones hasta la consumación de la lengua, se conservan en alguna parte los originales..." Afortunadamente estos magníficos sonetos de amor están hoy al alcance de los lectores.
Pero desde una época oscura en la que la obra de Federico aún no había sido editada en España -y los que estudiábamos Bachillerato en los años 50 no conocíamos del poeta más que alguna cancioncilla- hasta hoy, su poesía y la imagen de su persona han pasado por múltiples avatares: por una parte, junto a Cervantes, ha sido el escritor español más conocido en todos los países del mundo y estudiado en las universidades de Europa, de América y aun de China. Pero por otra, ha sido el poeta más imitado en coplas ramplonas, en metáforas que chirrían y producen dentera. Pero en él no se encuentra nada de folclorismo barato: el "Romancero gitano" está compuesto por versos cultos que, con mente lúcida, va descubriendo "la pena" de todo un pueblo "que se filtra por el tuétano de los huesos", un pueblo perseguido y marginado desde 1492. ¿Quién puede superar "en la lucha daba saltos/ jabonados de delfín"? ¿Quién "La aurora de Nueva York tiene/ cuatro columnas de cieno/ y un huracán de negras palomas/ que chapotean las aguas podridas"? ¿Quién "Que no se acabe nunca la madeja/ del te quiero me quieres, siempre ardida/ con decrépito sol y luna vieja"?
Hoy día Federico es utilizado por tirios y troyanos: tanto el Presidente de la Diputación de Granada, Sebastián Pérez, el cual, cínicamente, preside los homenajes al poeta, como un empresario sin escrúpulos que a su sala de fiestas de Alfacar le dio el macabro nombre de "La ruta de Lorca", y para qué hablar de los que lo enarbolan como bandera de lo andaluz, "lo nuestro".
El mismo Federico confesaba, en contra de los que quieren apropiárselo: "Yo soy hermano de todos...El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la medula; pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política".
En fin, Lorca es un poeta que nació en Andalucía y que escribió, con técnica y con esfuerzo, una poesía para todos y en "todos" se puede incluir a cualquier persona de cualquier hemisferio, de cualquier continente, que sienta como él, que como él pueda morir "por el mismo pan, la misma libertad, la misma nostalgia" como dejó dicho otro poeta universal, nacido en Turquía, Nazim Hikmet.

viernes, 26 de octubre de 2012

EL CHARLATÁN


Cuando se da clase a los adolescentes y jóvenes de Enseñanza Media, hay momentos que yo llamaría “mágicos”. Uno de ellos se produjo  en la clase de Humanidades (Lengua y Literatura y Geografía e Historia) que les daba a un grupo de unos 15 alumnos de “Diversificación curricular” lo que quiere decir: chicas y chicos que, aunque no tenían el nivel requerido para su edad, sí tenían interés por estudiar. Un día, a partir de la explicación de la palabra ‘simposio’ y ‘peripatético’, les conté cómo Sócrates había elaborado oralmente todo un sistema filosófico y les pregunté cuál sería la causa de que  este filósofo no hubiera dejado ni una línea escrita.
 Las explicaciones fueron muy ingeniosas:
·        Porque era un flojo.
·        Porque era manco.
·        Porque no sabía escribir.
·        Porque era ciego.
·        Porque no tenía lápiz.
·        Porque tenía un negro (en el argot literario).
·        No le interesaba escribir porque sus discípulos aprendían sus enseñanzas y no le hacía falta escribirlas.
Parece que las dos últimas son las explicaciones que más se acercan a la realidad, porque desde luego tuvo Sócrates un negro insigne que fue Platón. Y, por otra parte, la explicación que daba el filósofo, que sólo sabía que no sabía nada, era que con la escritura se ponía en peligro la memoria y pensaba, por tanto, que escribir supondría un atraso. A este respecto, le da importancia a lo que él llama en el “Fedro” la charlatanería:
Fedro.- ¿Cómo y de dónde se podría uno procurar el arte del que en realidad es orador elocuente y persuasivo?
Sócrates.- Todas las artes importantes necesitan como aditamento el charlatenear.
Sócrates, con esta afirmación, hace así un guiño a las burlas que le dedicaban de ser sólo un charlatán.