sábado, 6 de abril de 2013

CONVERSACIÓN EN EL FACEBOOK



     

Mi amigo y ex-alumno Pedro Jiménez Sillero, de Montalbán (Córdoba), al que le di clase en el Instituto de La Rambla hace ya treinta y tantos años, mantuvo una “conversación” conmigo a través de mensajes privados en el facebook y me ha dado permiso para transcribirla en este cuaderno de bitácora; aunque el rumbo de navegación de nuestras vidas ha discurrido por distintos mares, nuestra amistad perdura.

    Lo que me cuenta sucedió una tarde a principios del curso 1975-76. Acababa de ser nombrada Directora del Instituto y los del equipo directivo decidimos dar a conocer el Centro no solo en La Rambla, sino en los pueblos cercanos de los que recibíamos alumnos -Montalbán, S. Sebastián de los Ballesteros y Santaella-. Me dice Pedro que, a propósito de la relación que se han inventado algunos miembros del PP entre la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y ETA, se acordó de una anécdota de aquel día, que me concierne. Me escribe Pedro:


    “En Montalbán, hace décadas, había un cine-teatro. Fuiste allí con otros profesores del Instituto de La Rambla, para hablar sobre la necesidad de que las familias enviaran a sus hijos al Instituto. Hablaste de la necesidad de la formación, del derecho a la educación, de la igualdad entre niños y niñas...Y entre el público estaba un funcionario del Sindicato Vertical franquista, sentado a mi lado, que pocos años después resultó condenado por robar las aportaciones al Régimen Especial Agrario que le pagaban los jornaleros... y fue a la cárcel. ¿Sabes lo que dijo sobre ti, al final de aquel acto que promocionaba la formación de la juventud montalbeña?: -¿Cómo puede hablar azí una muher? Eza tía zeguro qu'es de la ETA.” Le contesté a Pedro que recuerdo nítidamente todo lo que sucedió aquella tarde en Montalbán y especialmente otra anécdota que le conté en el siguiente mensaje:


     Nos presentamos en Montalbán los profesores y recorrimos el vestíbulo del teatro en medio de un pasillo de madres y padres. Como yo había oído que tenía fama de rara o moderna, me arreglé a propósito, estilo señora vestida de domingo, con un traje color naranja de chaqueta y falda, de una tela de punto de seda y tacones gordos, como se llevaban entonces. Antes de mí entró una profesora de Literatura, Mª Sierra Peña, que iba informal, al estilo hippy, con vaqueros; cuando yo pasaba oí que unas madres decían, refiriéndose a ella: -Mírala, esa é la dirertora ¿no ves cómo va? Lo que no(s) han dicho, é una desastrá. (No sé si fue exactamente esa palabra u otra más despectiva).


     Y Pedro termina la conversación on line con un mensaje que supone un regalo impagable para quienes nos hemos dedicado a este trabajo: “Que sepas que, a raíz de aquella actitud de los profesores del Instituto, tanto yo como mis tres hermanas terminamos estudios universitarios; y otros muchos chavales y chavalas de Montalbán.”

viernes, 29 de marzo de 2013

ADIVINANZA

Biblioteca de James Joyce. Dublín


Entre cientos de papeles y pequeños cuadernos, donde apunto referencias y frases de los libros que leo, encuentro hoy un párrafo escrito a mano de la novela Las palabras perdidas, finalista del Premio Nadal 1992, del escritor cubano Jesús Díaz (1941-2001). Libro que trata, entre otras cosas, de literatura y que me prestó mi amiga Milena Rodríguez, poeta cubana-granadina, cuyo padre, Guillermo, es uno de los protagonistas (creo que el Gordo). Son cuatro amigos: el Rojo, el Gordo, el Flaco y Ángela, hijos de la Revolución, que leen y discuten en La Habana sobre la literatura y la época en que les ha tocado vivir.  El texto me pareció deslumbrante y lo tecleo a continuación: 

 “Pero al mirar hacia la librería sintió un mareo, una sudoración, un llamado. Allí adentro y ahora el loco más cuerdo de la historia entraba en la eternidad montado en las aspas de un molino, el más inocente era procesado de modo inapelable, el más desesperado mataba a una anciana de un hachazo, el más fantasmal proyectaba su larga sombra sobre el páramo, el más siniestro batía incesantemente su tambor, el más inteligente resolvía la oscura ecuación inscrita en un jardín de senderos que se bifurcan, el más vapuleado moría en los helados campos de Kolyma y el más terco luchaba contra los sigilosos designios de un enorme cetáceo; había amores allí, había desgarramientos, odios, tropelías; Napoleón avanzando hacia el desastre por las nieves de Rusia, el Investido de Poderes instalaba en el Caribe una insaciable guillotina, Ulises vagaba sin rumbo por las calles de Dublín y el Cholo moría en París con aguacero recordando a su Rita de junco y capulí; allí adentro, llamándolo, se abría la noche insular con sus jardines invisibles”. 


Entiendo las referencias de las famosas obras que cita el autor por medio de bellas y acertadas perífrasis, pero algunas no las reconozco, por lo que pido al atento lector que me ayude a descifrarlas.
Jesús Díaz cita a don Quijote”, a Josef K. de “El proceso” de Kafka, a Raskolnikov, protagonista de “Crimen y castigo” de Dostoievsky, a “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, al Oscarito de “El tambor de hojalata” de Günter Grass, al pescador de “El viejo y el mar” de Hemingway, “El siglo de la Luces” de Alejo Carpentier, el “Ulises” de James Joyce y César Vallejo en su poema “Piedra negra sobre piedra blanca”.
Pero no sé quién es “el más inteligente y “el más vapuleado” que “moría en los helados campos de Kolyma”, quizá se refiere a “Archipiélago Gulag”.

martes, 12 de marzo de 2013

IMPROVISAR ES PELIGROSO



Es lamentable la falta de vocabulario y de recursos lingüísticos, si no de ideas, que manifiestan los políticos cuando se presentan en público;  reflejo de su incultura, pero, sobre todo, de la prepotencia y la falta de respeto a los ciudadanos. Ellos improvisan, cuando solo los buenos oradores pueden improvisar porque dominan el arte y la técnica de la retórica. Y no es que no tengan asesores, los ciudadanos ya sabemos que existen -¡y los pagamos!-; son funcionarios de carrera, especializados en distintas materias,  a los que deberían recurrir tanto ministros como diputados. Pero a nuestros padres de la patria lo que de verdad les interesa es salir en las fotos, en viajes, inauguraciones y otros “eventos” -horrible e impropia palabra implantada por ellos y por los medios-. Lo que no les gusta nada es dedicar tiempo al estudio y a la reflexión, a la preparación de sus intervenciones y al ensayo de las mismas.
He oído decir que, cuando se entra en La Casa Blanca, es sorprendente la cantidad de gente reunida que se encuentra en las diversas salas: son los asesores, los becarios, los trabajadores en suma, preparando los discursos a los altos cargos del gobierno americano; hecho que se refleja en la interesante serie (con todas las objeciones que yo le pondría) “El ala oeste de La Casa Blanca”.
Sin embargo, algunos políticos, mujeres y hombres, que son excepción,  preocupados por comunicar bien, se asesoran con las personas preparadas en el tema del que van a hablar. A  principios de la década del 2000, colaboré junto a una psicóloga y una antropóloga con las funcionarias del Área de la Mujer de la Diputación de Granada, en la confección de la revista “Pandora” (Mujeres y Literatura) y actué de “negra” algunas veces, ya que la señora diputada del área, Elvira Ramón,  que es de lo más honesto que he conocido, cuando tenía que actuar en público, requería la ayuda de las funcionarias y nuestro equipo le elaboraba el discurso; ella se lo estudiaba concienzudamente y uno de sus discursos, que hubo que enviarlo a Sevilla para que la Consejería le diese el visto bueno, despertó la, llamémosle, “envidia” de la señora Consejera de Igualdad, Micaela Navarro, por lo que le comunicaron a la diputada granadina que quizá no intervendría en el acto que se iba a celebrar en Granada, que tendría que esperar a un gesto de la Consejera, cuando esta terminara su alocución, para darle o no la venia. Parece que al fin se la dio, pero a mí me ha quedado la duda sobre qué gesto le haría la señora ¿arquear una ceja? ¿señalarla con el índice? o ¿darle una patadita por debajo de la mesa?
Afortunadamente Elvira Ramón ha seguido ocupando cargos en el gobierno de Andalucía, como Delegada de Salud de la Junta de Andalucía y otros. Sin embargo,  la revista anual “Pandora” no sobrevivió y solo se mantuvo durante cuatro números,  pues la llegada de otra diputada supuso el cierre, ya que esta mantenía que era una revista elitista; aunque las redactoras habíamos comprobado in situ cómo era leída y apreciada en las bibliotecas y asociaciones de mujeres de la provincia, que recorríamos con frecuencia coordinando los foros de animación a la lectura y de feminismo. A lo que aspiraba la nueva diputada era a salir en las fotos, creando una revista de propaganda, que reflejara los “logros” de las mujeres políticas; fotos de los medios en las que muy a menudo aparecen,  siempre riendo, eso sí, aunque no sepamos el motivo.  

sábado, 16 de febrero de 2013

EL REINO DE LAS COCINAS




Fregando una cántara de barro en la pila, me vino la imagen de mi abuela de Castilla realizando la misma labor, para acondicionar las vasijas donde guardaría las tajadas de la matanza (chorizo y lomo), para todo el año, cubiertas de manteca colorada;  y la imagen de las mujeres de tiempos remotos, de  miles de años atrás, haciendo lo mismo en las fuentes o en los ríos. Ellas fueron las inventoras de “la agricultura (que) perfumaba / el reino de las cocinas”  y, para cocinar, tuvieron que convertirse en alfareras.
Mientras que los hombres en la antigüedad, cuando hacían sacrificios o guerreaban, se contentaban con arrimar la carne al fuego, asándola. Así aparecen multitud de referencias en La Biblia y en La Odisea, donde, en el encuentro entre Telémaco y Odiseo, dice Homero: El porquero extendió ramas verdes y por encima unas pieles, donde fue a sentarse el querido hijo de Odiseo. También les acercó el porquero fuentes de carne asada que habían dejado de la comida del día anterior, amontonó rápidamente pan en canastas y mezcló en un jarro vino agradable. En la actualidad, los hombres siguen ocupándose de los asados en las reuniones familiares, aunque ahora les llamen con la palabra precolombina “barbacoa”, al par que comienzan a trabajar en las cocinas en labores que hasta ahora desempeñaban las mujeres.
Dejo de remontarme  “alle calende greche” para situarme en tiempos más  cercanos, en los que las mujeres siguieron ideando nuevas formas de cocinar, como los fritos. En Galicia, son típicas de estos días las orejas (‘orellas’), frutos de sartén que se elaboran para celebrar el carnaval. Mi abuela preparaba grandes fuentes llenas de ellas el sábado para que duraran hasta el martes de carnaval. 
Orejas del Martes de Carnaval, 12-2-2013

Conservo la receta de mi madre, Avelina Grandal, cuyos ingredientes son: 125 grs. de mantequilla cocida, que en Galicia se le llama “manteca de vaca”, 2 huevos, unas cucharadas de leche, un poco de levadura, que no sea el sobre entero, una pizca de sal, un chorrito de anís, un poco de azúcar y harina, la que admita. Se mezcla primero la harina con la levadura y después de batir la mantequilla con los huevos y el azúcar, se mezcla todo y se amasa. Se deja reposar la masa varias horas. Se van cortando trocitos del tamaño de una nuez y se estira mucho, hasta que quede como una tela irregular. Se va echando cada trozo a la sartén y se dejan freír las orejas sin que se doren. Se colocan en una fuente y se les echa azúcar y canela por encima. Son deliciosas, tanto, que mi madre las colocaba encima de los muebles de cocina para que llegaran al postre.
En esta ciencia de la cocina, se producen sorpresas con frecuencia, por ejemplo, leyendo “El primer hombre” de Albert Camus, me encuentro con la descripción de las “oreillettes” (‘orejitas’), que se tomaban en Argel los lunes de Pascua en el que se celebraba la fiesta de la “mouna”. Su familia y los vecinos alquilaban uno de esos tranvías de caballos …y por la mañana temprano cargaban las grandes cestas de la ropa repletas de esos rústicos bollos llamados mounas y de unos pasteles ligeros y friables, las orejitas, que dos días antes de la partida todas las mujeres de la familia hacían… sobre el hule cubierto de harina, donde la masa se extendía con el rodillo hasta cubrir casi todo el mantel y con una ruedecilla de boj cortaban los pasteles, que los niños llevaban en grandes bandejas para arrojarlos en barreños de aceite hirviente y alinearlos después con precaución en los cestos, de los que subía entonces el exquisito olor de vainilla que los acompañaba durante todo el recorrido…
Oreillettes de Orán, (Argelia)

De estas pequeñas “hojas” fritas, provienen las “hojuelas” castellanas y de su delicioso sabor la frase metafórica “miel sobre hojuelas”. Además  en muchos más lugares se encuentran formas parecidas de frutos de sartén: en Andalucía se fríen las “sopaipas”, muy parecidas a las anteriores, pero de factura más fácil, ya que se componen de harina, agua y sal, espolvoreadas de azúcar o miel por encima. Se toman no sólo en días de fiesta, sino también en desayunos o meriendas. La palabra -y el dulce- es un diminutivo del mozárabe ‘suppa’. Así mismo en Chile se elaboran las “sopaipillas”. En realidad, también los famosos pestiños andaluces están hechos de una masa parecida a la de las orejas, que en lugar de mantequilla llevan aceite de oliva y granos de anís, que no licor del mismo.
Dicho en palabras actuales: la cocina está globalizada.
Sopaipas de La Rambla (Córdoba)

miércoles, 5 de diciembre de 2012

EL PRIMER RECUERDO



Los recuerdos infantiles han sido estudiados por Sigmund Freud, quien en 1899 acuñó el concepto de recuerdos encubridores  para referirse a los recuerdos conscientes que velan otros recuerdos que no intentan aparecer en la consciencia. A los primeros recuerdos de la infancia también se los describe como refutables porque no existe garantía de que hayan sido tal como los relatamos. A veces se mezclan en nuestra memoria los verdaderos recuerdos con todo aquello que los adultos no han contado sobre nuestra niñez.
Sin embargo, en mi caso, el primer recuerdo de mi vida no solo está fechado exactamente, sino también grabado en mi memoria y en mi piel de forma indeleble en los dos lugares. Iba yo a cumplir pronto tres años, cuando nació en casa de mis abuelos mi primera prima. Yo era la única niña de la familia y me entretenía sola cuando los adultos estaban en sus cosas. Aquel día, los adultos varones habían sido despedidos de la casa, en la que se quedaron todas las mujeres de la familia, porque una de mis tías estaba de parto.
Mientras mi abuela, mis tías y mi madre atendían a la parturienta, yo jugaba en una galería que daba al patio, cuyo suelo era de grandes losas blancas y negras; en un momento dado, cogí mi pequeña bacinilla para hacer pis, y seguí jugando, como de costumbre, recorriendo la galería de un extremo a otro, impulsándome con el culo; una de las losas debía de tener una esquina levantada, porque el orinal tropezó y se hizo añicos, clavándoseme un trozo a la altura del coxis. Empecé a dar gritos, pero serían menos fuertes que los de mi tía, porque nadie acudía; cuando al fin me oyeron, me encontraron llorando y sangrando; una de mis tías, enfermera, me curó y recuerdo cómo tocaba yo una especie de almohadilla que me había colocado en el sitio que entonces se llamaba “donde la espalda pierde su honesto nombre”.
Pues, a lo que iba en esto de los recuerdos, no pienso que sea refutable el mío por lo que anoté anteriormente, por una parte, está fechado: mi prima nació ese día, 11 de febrero de 1946 y yo había nacido el 1 de abril de 1943, luego tenía 2 años, 10 meses y 11 días. Y, por otra, en mi cuerpo permanece una considerable cicatriz, apreciable por los demás cuando me bañaba con bikini en la playa y me preguntaban siempre si me habían operado del riñón.
Hoy a las bacinillas se les da otros usos más estéticos, como se puede comprobar en la foto.

domingo, 4 de noviembre de 2012

AGUSTÍN GARCÍA CALVO (In memoriam)



La fama del Profesor Agustín García Calvo nos llegó a los alumnos de  Preuniversitario de Letras del Instituto de Huelva, que nos examinábamos en la Universidad de Sevilla de lo que no recuerdo si entonces ya se llamaba Selectividad. Entre las chicas se corrió la voz de que el Catedrático que nos examinaría del “Fedón”  y “Las Catilinarias” sin diccionario (!) era un señor tan interesado por la cultura grecolatina que quizá, para congraciarnos con él, tendríamos que sacrificar palomas a Afrodita; y que era además joven, unos 34 años, y guapo. No nos defraudó: de entre el grupo de profesores que entraban en el aula, destacaba por su porte apuesto y por su manera de vestir impecable, con traje gris, antes de que trajese del exilio francés la imagen desaliñada por la que todos lo reconocemos hoy. Yo no tuve la suerte de que me diera clase en la carrera, pero mis compañeros que la hicieron en Sevilla lo consideraban el mejor profesor que habían tenido: paciente, comprensivo y sabio. 
Agustín García Calvo se trasladó a Madrid y, por apoyar las protestas estudiantiles, en el año 1965, fue expulsado de la Universidad junto a Enrique Tierno Galván y José Luis Aranguren. Vivió en París, hasta que a principios de 1977 regresó a España y a su cátedra. Hombre ácrata y contradictorio, desde su vuelta fue adoptado por los jóvenes como apóstol de la contracultura. Se ha dicho de él que era el Sócrates moderno, ya que exaltaba la palabra hablada más que la escrita, que puede distorsionar el pensamiento que fluye. Ese afán suyo lo llevó a adherirse desde su origen al movimiento 15-M y no faltó un solo jueves a las concentraciones en la Puerta del Sol, junto a los nuevos jóvenes indignados. Su último discurso en dicho lugar, megáfono en mano, fue el 12 de marzo del presente año. 
Los jóvenes de la Transición conocimos su poesía en la voz y con la música de Amancio Prada. Y las feministas descubrimos uno de sus más famosos poemas sobre la libertad de las mujeres “Libre te quiero”. Éste y otros del poeta se los hacía aprender a mis alumnos, recitados o cantados, llevando el disco a clase. Un día un alumno me aseguró que esa canción se la había oído a María Jiménez, yo me aposté 100 pesetas con él a que no era posible; al otro día las perdí y me di cuenta de la pasión que destila esta mujer en sus canciones; desde entonces oigo con frecuencia, mientras conduzco, los poemas de Joaquín Sabina cantados por ella, la mayoría me gustan más que en la voz del cantante ubetense. 
De entre los poemas de Agustín García Calvo, siempre recuerdo uno, cuya primera estrofa está hoy cargada de actualidad; se titula “La cara del que sabe” y dice así:
 Cuando veas al hombre de banca
dinámico y grave
que en la ranura de su coche
introduce la llave,
mientras habla con un cliente
importante,
y con mano segura
agarra el volante,
verás, si te fijas, en el cristal
la cara del que sabe.

domingo, 28 de octubre de 2012

LORCA, UNA VOZ UNIVERSAL





Se dice que en 1984, en los buzones de doscientos cincuenta granadinos apareció un librillo de once sonetos llamados "Del amor oscuro" firmados por Federico. Constituyen la obra cumbre del poeta, como afirmaba su amigo Vicente Aleixandre, que los había oído recitar de boca del propio poeta: "Si esa obra no se ha perdido; si, para honor de la poesía española y deleite de las generaciones hasta la consumación de la lengua, se conservan en alguna parte los originales..." Afortunadamente estos magníficos sonetos de amor están hoy al alcance de los lectores.
Pero desde una época oscura en la que la obra de Federico aún no había sido editada en España -y los que estudiábamos Bachillerato en los años 50 no conocíamos del poeta más que alguna cancioncilla- hasta hoy, su poesía y la imagen de su persona han pasado por múltiples avatares: por una parte, junto a Cervantes, ha sido el escritor español más conocido en todos los países del mundo y estudiado en las universidades de Europa, de América y aun de China. Pero por otra, ha sido el poeta más imitado en coplas ramplonas, en metáforas que chirrían y producen dentera. Pero en él no se encuentra nada de folclorismo barato: el "Romancero gitano" está compuesto por versos cultos que, con mente lúcida, va descubriendo "la pena" de todo un pueblo "que se filtra por el tuétano de los huesos", un pueblo perseguido y marginado desde 1492. ¿Quién puede superar "en la lucha daba saltos/ jabonados de delfín"? ¿Quién "La aurora de Nueva York tiene/ cuatro columnas de cieno/ y un huracán de negras palomas/ que chapotean las aguas podridas"? ¿Quién "Que no se acabe nunca la madeja/ del te quiero me quieres, siempre ardida/ con decrépito sol y luna vieja"?
Hoy día Federico es utilizado por tirios y troyanos: tanto el Presidente de la Diputación de Granada, Sebastián Pérez, el cual, cínicamente, preside los homenajes al poeta, como un empresario sin escrúpulos que a su sala de fiestas de Alfacar le dio el macabro nombre de "La ruta de Lorca", y para qué hablar de los que lo enarbolan como bandera de lo andaluz, "lo nuestro".
El mismo Federico confesaba, en contra de los que quieren apropiárselo: "Yo soy hermano de todos...El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la medula; pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política".
En fin, Lorca es un poeta que nació en Andalucía y que escribió, con técnica y con esfuerzo, una poesía para todos y en "todos" se puede incluir a cualquier persona de cualquier hemisferio, de cualquier continente, que sienta como él, que como él pueda morir "por el mismo pan, la misma libertad, la misma nostalgia" como dejó dicho otro poeta universal, nacido en Turquía, Nazim Hikmet.

viernes, 26 de octubre de 2012

EL CHARLATÁN


Cuando se da clase a los adolescentes y jóvenes de Enseñanza Media, hay momentos que yo llamaría “mágicos”. Uno de ellos se produjo  en la clase de Humanidades (Lengua y Literatura y Geografía e Historia) que les daba a un grupo de unos 15 alumnos de “Diversificación curricular” lo que quiere decir: chicas y chicos que, aunque no tenían el nivel requerido para su edad, sí tenían interés por estudiar. Un día, a partir de la explicación de la palabra ‘simposio’ y ‘peripatético’, les conté cómo Sócrates había elaborado oralmente todo un sistema filosófico y les pregunté cuál sería la causa de que  este filósofo no hubiera dejado ni una línea escrita.
 Las explicaciones fueron muy ingeniosas:
·        Porque era un flojo.
·        Porque era manco.
·        Porque no sabía escribir.
·        Porque era ciego.
·        Porque no tenía lápiz.
·        Porque tenía un negro (en el argot literario).
·        No le interesaba escribir porque sus discípulos aprendían sus enseñanzas y no le hacía falta escribirlas.
Parece que las dos últimas son las explicaciones que más se acercan a la realidad, porque desde luego tuvo Sócrates un negro insigne que fue Platón. Y, por otra parte, la explicación que daba el filósofo, que sólo sabía que no sabía nada, era que con la escritura se ponía en peligro la memoria y pensaba, por tanto, que escribir supondría un atraso. A este respecto, le da importancia a lo que él llama en el “Fedro” la charlatanería:
Fedro.- ¿Cómo y de dónde se podría uno procurar el arte del que en realidad es orador elocuente y persuasivo?
Sócrates.- Todas las artes importantes necesitan como aditamento el charlatenear.
Sócrates, con esta afirmación, hace así un guiño a las burlas que le dedicaban de ser sólo un charlatán.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL PRIMER MÍTIN



Desde un pueblo de la campiña cordobesa, unos días antes de las primeras elecciones del 15 de junio de 1977, varios autobuses con militantes del PCE salían para Córdoba para asistir al mítin de cierre de campaña. Todas las experiencias de aquella época, mezcla de esperanza, ilusión y miedo, me vienen a la memoria al conocer el fallecimiento de Santiago Carrillo, a los 97 años. En aquel mítin hablaron Carrillo, Ignacio Gallego y Julio Anguita, entre otros oradores.
Por el concepto “Las fuerzas del trabajo y de la cultura” acuñado por Carrillo en un libro de 1967, publicado en Praga, a mí me eligieron los camaradas responsable de las mujeres del pueblo. Tuve que estudiar mucho; pero un grupo de mujeres mayores me enseñaron mucho más a mí que yo a ellas, que habían vivido los avances de la II República y los horrores de la Guerra Civil y eran mujeres ilustradas, que guardaban en lugares inaccesibles de sus casas los libros prohibido en la Dictadura, recuerdo sobre todo a tres Dolores, que eran mujeres con un gran poderío y varios hijos y nietos. Mi labor, aparte de leer con ellas y comentar el “Manifiesto comunista”, consistía en “apagar fuegos”: durante el camino hacia Córdoba, ellas iban cantando canciones revolucionarias muy hermosas, como las que comienzan:

En España las flores que nacen en abril
no nacen de alegría, sí de dolores, sí
de tres años de tiros, de tres años sin mí
que resistió su pueblo solo contra el fusil…

El Ejército de Ebro
rumba la rumba, la rumba la
una noche el río pasó
Ay, Carmela, Ay, Carmela…

O  “La joven Guardia”, una de cuyas estrofas dice:
Somos los hijos de Lenin,
y a vuestro régimen feroz
el comunismo ha de vencer
con el martillo y con la hoz…

Y la cantaban pronunciando “Linín”  y “joz”. Pero algunas de esas canciones no encajaban con el “Eurocomunismo” y yo les recomendaba que no era momento aún para cantarlas. Entonces una de las Dolores me contó esta historia: -Mira, Marivitoria, ¿tú sabes lo que es no poder hablar en libertad, no poder reunirse y ni siquiera poder cantar? Pues yo a mis hijos, desde que nacían, les cantaba en vez de nanas los cantos prohibidos, en voz muy baja para que nadie pudiera oírme. Pero un día a mi hijo Juan, que ya hablaba y cantaba muy bien, le oí cantar a la puerta de la casa una de las canciones que yo le había cantado para dormirlo, salí y le pegué dos guantadas para que jamás volviera a cantar nada de aquello. Desde entonces, ¿tú sabes la desgracia que era no poder cantar ni tan siquiera dentro de mi casa aquellas canciones que tanto me gustaban? Se me ponía el vello de punta de pensar que nos metieran a todos en la cárcel, si alguno de mis niños cantaba algo prohibido. Así que desde que ellos aprendieron a hablar, yo, muda. Es como lo que dice esa canción que ahora se oye tanto: “No nos dejan cantar, canario mío,/ no nos dejan cantar nuestras canciones...” que, por lo visto, es una poesía de un poeta comunista, tiene un nombre raro ¿Cómo se llama? -¡Ah!, sí, un poeta turco, Nazim Hikmet “...mi canario con alas de águila...”
Y cantando todos los del autobús, a voz en grito, la canción del grupo “Aguaviva” llegamos a Córdoba para asistir al que, para los más jóvenes, iba a ser el primer mitin de nuestras vidas.



miércoles, 15 de agosto de 2012

LA ERÓTICA DEL TOMATE


Según me cuentan mis informantes, el pasado verano y éste, las cosechas de tomate en las vegas del sur han sido espectaculares. Han crecido tomates que han llegado a pesar ochocientos gramos a los que se les da el nombre de “huevos de toro”. Un amigo les ha aplicado incluso el adjetivo de afrodisíacos a los tomates que ha saboreado. He asistido a conversaciones monográficas sobre este bello fruto en las terrazas de verano, donde lo primero que se ofrece es un gran plato de tomate “aliñao”. Yo tengo que pedir, clandestinamente, en la cocina una ensalada verde, y los compañeros de mesa me miran como a persona extraña, casi a-social, porque no comparto el sagrado manjar.
No se trata de que a mí no me guste el tomate, es que me da náuseas, incluso su aroma; y ya sé que hay muy pocas personas -sólo conozco a tres o cuatro- a las que le produce el mismo rechazo que a mí. Y todo este entusiasmo por el tomate que muestra  la gente que me rodea me es  indiferente, pero hay veces  que me irrita; porque lo malo es aguantar, desde mi más tierna infancia, los reproches y consejos del personal, en frases como: “es que no habrás probado los que tienen buen sabor”, “pruébalo untado en una tostada con jamón y verás qué delicia”...Y, ¡hala!, aun peor son las explicaciones continuas que debo exponer ante los comensales. Mi familia cree que tengo mal fario para aliñar las ensaladas de tomate -dicen que no saben bien- y me liberan de hacerlas. Mi hija, cuando era adolescente, decía que las ensaladas que yo me preparaba eran “cubistas”, aunque ahora las comparte conmigo.
Pero todo esto es “pecata minuta”, teniendo en cuenta que hay tanta gente que disfruta de una hortaliza barata, que es la base de infinidad de platos mediterráneos y que ha consolado tantas hambres. Me contaban en un pueblo de la campiña cordobesa que la comida de las cuadrillas que iban a coger aceitunas, en la triste época del hambre de la posguerra, consistía en “una macetilla”, donde picaban tomate bañado con aceite. Se sentaban todos en el suelo y lo comían mojando trozos de pan pinchados con una navaja.