Cuenta Augusto Monterroso, en un microrelato titulado “El eclipse”, la peripecia de un fraile que, perdido en la selva de Guatemala y resignado a morir, se queda dormido; cuando despierta, está rodeado de indígenas que preparan un altar para su sacrificio. Dado su conocimiento de Aristóteles y de algunas lenguas de la zona, les explica cómo ese día se producirá un eclipse total de sol. Los nativos hablan entre ellos, pero lo sacrifican; y, mientras la sangre chorrea por el ara, una voz va recitando las fechas de todos los eclipses de sol y luna que ya figuraban en los códices mayas, “sin la valiosa ayuda de Aristóteles” -termina Monterroso-.
El pobre fraile confiaba en la superioridad de su cultura frente a la ignorancia de aquellos “salvajes”. Han pasado cinco siglos, pero sigue habiendo españoles con el sentimiento de supremacía frente a los extranjeros, para los que no sólo son ignorantes, sino delincuentes, y por ello han elegido como alcalde de Badalona al xenófobo Xavier García Albiol, el cual sostiene que los gitanos rumanos son “una plaga”, que “hay que cortarles las alas a los que no se adaptan” y otras lindezas. Y, como lleva años preparándose para ser alcalde de su ciudad -donde no había problemas de convivencia-, ya hace tiempo que sembró la discordia, repartiendo panfletos contra los rumanos. Y está tan ufano, que se lo ve en una foto de la toma de posesión besando la vara de mando, ridículamente.