domingo, 17 de octubre de 2010

A CHAVES LE MOLESTAN LOS RUIDOS DE LA CALLE

Políticos abucheados en Sevilla
Ya se sabe que a los políticos -quizá no a todos- les gusta mucho inaugurar pantanos, autovías, plazas y otras obras: cortan cintas y echan discursos, también les encanta poner primeras piedras, pala en mano: todos sonríen y se van tan contentos a comer gambas o flamenquines. Hoy les tocaba inaugurar la restauración de la hermosísima Plaza de España de Sevilla. Pero el vicepresidente Chaves y las autoridades que lo acompañaban se encontraron al llegar con un enorme alboroto de los empleados públicos de la Agencia Andaluza del Agua que daban voces y silbaban: los discursos no se oyeron y los políticos se retiraron rápidamente. Acomodado en lugar más seguro, y rodeado de autoridades, Chaves ha declarado a los periodistas que, aunque comprendía las reivindicaciones de los trabajadores, aquel no era el momento para la protesta y que hay otros cauces democráticos.
Yo he presenciado situaciones parecidas: la primera se produjo cuando el consejero de Educación de la Junta de Andalucía, junto a los responsables de Educación de Granada acudieron a inaugurar la rehabilitación del Instituto “Padre Suárez”, el más antiguo de la ciudad. Cuando terminaron los discursos y toda la mesa presidencial sonreía satisfecha, pidió la palabra un profesor del Centro, desaparecieron las sonrisas y él leyó un manifiesto, firmado por casi todos los profesores, que resumía las reivindicaciones que en aquel momento pedían y que la Consejería no había atendido hasta entonces. Las autoridades tuvieron que soportar la lectura del escrito, furiosas porque se les había deslucido el acto. A la salida, simpatizantes y militantes del PSOE que habían asistido a la inauguración de lo restaurado dijeron que ese no era el momento y el lugar para la protesta y uno de los profesores les contestó que eso era lo que tenía la democracia que el pueblo puede hablar y protestar pacíficamente en el momento que considera oportuno.
En otra ocasión, la que se quedó descolocada fue la consejera de Educación Cándida Martínez, que presidía la entrega de los Premios Meridiana: cuando ella pronunciaba su discurso, pasaron delante de la mesa unas mujeres en silencio portando una larga pancarta, eran limpiadoras a las que se les adeudaba jornales. La consejera, pálida y muda, no reaccionó; pero sí lo hizo una de las organizadoras que llamó a seguridad y echaron a las trabajadoras de la sala y la Sra. Consejera continuó hablando como si nada.
Tremendas las descalificaciones que las “compañeras socialistas” hicieron de las valientes alborotadoras, entre canapé y copita de vino. Recordaban las condenas que el régimen anterior lanzaba sobre los trabajadores no domesticados.

2 comentarios:

  1. El problema es que muchos de nuestros políticos se sienten arrebatados por el cargo. Les interesa más el 'paseillo', el lucirse y la ingesta de deliciosas viandas. No los culpo, cualquiera se resiste ante un flamenquín bien hecho. Aunque los veo yo algo despistados en cuanto al lugar y el momento que el ciudadano elige para manifestarse. Y es que parece que no le suponen mucha inteligencia. ¿Qué mejor lugar que mostrar lo que nos molesta que un acto público con políticos y periodístas? No se enteran...

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  2. Querida amiga:
    Nada que objetar a lo que dices, totalmente de acuerdo, se han de producir las críticas y protestas que hagan falta y los políticos han de aceptarlas como parte de su trabajo y tener en cuenta las protestas de los ciudadanos, aunque la mayoría de las veces no lo hacen. Esto es, entre otras cosas, lo bueno de la democracia. En cuanto al lugar de la protesta, me parece que debe ser donde tenga más difusión, inauguraciones, mítines, etc. o donde quiera el personal.
    Mi desacuerdo fue el día del desfile (me sigue repugnando esa palabra, han sido demasiados años de desfiles gloriosos donde no había más que vencedores); pero bueno, aceptemos que tenga que haber un día de hermandad, creámoslo así; lo que me dolió fue oír los abucheos a la par que unos doloridos familiares honraban a sus muertos y después lo que me indignó fue la reacción de esa derecha ultra y reaccionaria; a esa derecha es a la que tengo miedo, no al cambio. Me horrorizan los Aznar, las Aguirre, los Camps y toda esa patulea; hay en el gobierno, es verdad, algunos impresentables, pero, ¿cómo son los otros?

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