martes, 10 de mayo de 2011

EL TÚMULO DE MARATÓN

Túmulo de Maratón  (abril, 2011)


Cuando dejaron de interesarme los cuantos infantiles hacia los 10 años, una de mis primeras lecturas fue una revistilla ilustrada con dibujos titulada “Florita”, que ya me parecía entonces una cursilada, sobre todo cuando mi tía Carmen puso en mis manos un ejemplar de "El Capitán Trueno", que seguí leyendo semanalmente durante mucho tiempo. Me absorbían las aventuras del Cruzado protagonista, héroe al que espera su amada Sigrid, que recibiría de cuando en cuando su homenaje. Después vinieron  los grandes clásicos de la aventura: Julio Verne, Emilio Salgari y “La isla del tesoro” de Stevenson, entre otras. Muchas mujeres nos hemos iniciado como lectoras a través de ellas, que son novelas tildadas de universales, universalidad en términos específicamente masculinos. Y nos veíamos obligadas a identificarnos con los héroes que cabalgan, atraviesan continentes y se van lejísimos, porque el mundo de ellos era más atrayente, ya que las coprotagonistas realizan sólo el papel pasivo de esperar a los hombres. Aparecía más apasionante ese mundo masculino, pero no era el nuestro. Por lo que, a lo largo de nuestra vida lectora, hemos ido aprendiendo a leer como mujeres, que sería como rasgar de delante de nuestros ojos los siete velos que nos ha colocado la ideología patriarcal y poder fascinarnos ante lo que leemos o poder indignarnos.
No recuerdo las de Salgari, sí las otras citadas y no me indigno, me ha quedado la admiración por los escritores que me han regalado el placer de la lectura y por sus héroes y, como un poso inolvidable, las historias de los héroes verdaderos. Una de éstas me ha sido rememorada hace unos días, cuando un guía griego, estudioso de la historia de su patria, explicó con detalle, en la llanura de Maratón, la batalla que ganaron los atenienses contra los persas hace 2500 años (490 a.C.). El ejército de los persas contaba con 70.000 hombres frente a sólo 10.000 atenienses. Es conocida la estrategia del general ateniense Milcíades, consistente en reforzar los flancos de la tropa y hacer avanzar a la carrera a un menor número de hoplitas en el centro. Los persas avanzaron en gran número hacia los corredores atenienses y, mientras se producía el choque, los flancos griegos aprisionaron a los persas, muchos de los cuales retrocedieron hacia el mar y fueron atrapados a miles en las marismas, otros, que intentaban llegar a los barcos, fueron abatidos por los hoplitas (estrategia del cangrejo, la llama algún historiador). Según los historiadores griegos, las bajas de los persas fueron 6.400 y los atenienses perdieron a unos 200 hombres solamente.
En Atenas ancianos, niños y mujeres esperaban angustiados el desenlace de la batalla,  ya que los enemigos habían jurado que, tras vencer a los griegos, saquearían  la ciudad, violarían a las mujeres y sacrificarían a los niños. Ante esta situación, las mujeres decidieron que, si no recibían la noticia de la victoria griega antes de la puesta del sol, matarían a sus hijos y se suicidarían. El tiempo apremiaba, por lo que Milcíades decide enviar a su soldado mas veloz, el corredor Filípides, a dar la noticia a la ciudad. Maratón, situada al noroeste de Atenas, dista de ella 42 kms., que el soldado recorrió en poco tiempo, llegó tan agotado que sus fuerzas sólo  le permitieron pronunciar ua palabra: "¡Nίκη!" (Niki, victoria) y cayó muerto. A los héroes de Maratón -incluido Filípides- se les concedió ser enterrados en el campo de batalla, y hoy, en la llanura,  destaca el túmulo erigido sobre la tumba. Quizá sea legendaria la proeza del corredor, pero es cierto el enterramiento, ya que en el XIX la tumba fue excavada por arqueólogos alemanes.



3 comentarios:

  1. ¡Emociante el relato! No conocía la historia de la Maratón y me la has descubierto. Emociona, además, contemplar la foto e imaginarse la batalla...
    Supongo que hay que ir a Grecia, ya no hay excusas, no las hay...
    Un beso,
    Iria.

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  2. Al hilo de la lectura de tu nueva entrada, veo que coincidimos una vez más en nuestros recuerdos, Florita fue también mi revista y era tal la avidez de asomarme al exterior, aunque fuera desde una cursilada, que la leía con fruición, leer, leer, leer era mi afición preferida. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, también como tú, me entretenía con la lectura de todos los carteles con los que me topaba. Recuerdo, desde el tranvía cuando iba al instituto y en su interior también, leer repetitivamente todos los anuncios: “Quina Santa Catalina”, “Ceregumil reconstituyente”, “Norit el borreguito”, “Cine Montecarlo, sesión doble: “Los tambores de Fumanchú” y “Los hermanos Marx en el Oeste”, etc,… anda que no soy antigua ni ná.
    Al igual que tu, pasé de Florita a algo con más consistencia; lo mío era El Guerrero del Antifaz, el musulmán enamorado de una bella cristiana y sus proezas para conquistarla.
    ¡Que guapo era el condenado! ¡Que mandíbula cuadrada con hoyito y que mandobles atizaba a sus enemigos! Ya entonces no me gustaban los cristianos, prefería a los “moros nvasores”…!Qué recuerdos!
    Del Guerrero del antifaz pasé también a Julio Verne, a “Las aventuras de Tom Sowyer”, “La cabaña del tío Tom” y con tal de leer, no le hacía ascos a las novelas del Oeste, Zane Grey, que alquilaba en una librería de viejo cerca de casa; también novelas policíacas en un colección de la editorial Molino. Recuerdo en una de ellas que la protagonista tenía un trancazo, yo no sabía lo que era un trancazo y tardé en saberlo, pero era importante para el desarrollo del relato.
    Efectivamente, el mundo masculino era más atrayente, por lo que nos lo apoderamos y, por tanto, creo que el nuestro es más rico, puesto que podemos disfrutar de ambos.
    Qué bonita historia-leyenda de Maratón, la del soldado Filípides.

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  3. Iria, me alegro que te haya gustado la historia de Maratón, y…hay que ir a Grecia!
    Respecto al comentario de Petra, me ruega, a través de un mensaje de email, que corrija lo que escribe sobre el Guerrero del antifaz, porque le parece recordar que no era musulmán, sino cristiano que odiaba a los sarracenos…
    Hecha la aclaración, me gusta mucho tu comentario, no sólo por las coincidencias en nuestros recuerdos, también es muy interesante lo que dices sobre cómo nos hemos enriquecido, doblemente, con el mundo de lo masculino y el nuestro.
    Gracias por enriquecerme el blog!

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