viernes, 23 de septiembre de 2011

ALFILERES




La película “El Cairo 678”, del director egipcio Mohamed Diab, relata la historia, basada en hechos reales, de tres mujeres cairotas que, para defenderse del acoso sexual que sufrían en los autobuses de la línea del título, deciden tomarse la justicia por su mano, pinchando con un punzón en un delicado lugar, a los que se propasaban. Provocaron un gran escándalo en la ciudad, pero, apoyadas por la opinión pública, estas tres mujeres consiguieron sacar a la luz el problema, además de una ley que pudiera amparar en algo a las mujeres.

En las ciudades, vejaciones de este tipo contra las mujeres han sido universales. En los años 40-50, mis jóvenes tías y sus amigas, al salir del trabajo, iban al cine armadas con sendos alfileres de velo, (con el que era obligatorio cubrirse en la iglesia), para pinchar a los hombres que las acosaban y casi todos los días tenían que usarlos. Muchas mujeres mayores cuentan, y no paran, las humillaciones y afrentas que soportaban en la calle o en los medios de transporte, verbales y con persecución unas veces, con el aliento del ofensor en el cuello y otras más graves, que solo comentaban con las amigas, pero nunca con las personas mayores. Este problema oculto y silenciado deriva de la represión sexual de dictaduras como la franquista o la egipcia. Ya analizaba Wilhelm Reich cómo los regímenes dictatoriales reprimen en principio la sexualidad, que es como la puerta de la represión de todos los demás derechos y libertades.
La película “El Cairo 678” es digna de ver y ya ha ganado un premio en el Festival de Cine ce Taormina.

5 comentarios:

  1. Victoria, creo que todas las religiones reprimen, ya que tratan de anular al individuo ante la superioridad incontstable de un dios superior. Cualquier religión te anula el sentido crítico a base de dogmas, la libre sexualidad y hasta mete la cuchara en el tema de la comida y el sueño: los ayunos y abstinencias o el ramadán, las vigilias...
    Si en la persona se controla lo que pensar, lo que se come y cuándo, cuándo se duerme y el impulso sexual, hemos anulado por completo al individuo y el dios de turno no tiene competencia: es el amo, por eliminación, sutil y maquiavélica de las potencialidades del ser humano.

    Un abrazo,

    Alberto Granados

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  2. Aquellas tías tuyas y esas tres chicas egipcias son admirables mujeres con "cojollos", como se explica en La república hablanera de las mujeres de mi pueblo.
    Mis felicitaciones para esa película que ojalá pudiéramos ver todos los hombres y mi enhorabuena a ti por difundirla.
    Saludos

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  3. Estoy de acuerdo contigo, Alberto, y si encima la Iglesia se alía con los dictadores, pues ya el control de los ciudadanos es terrible. Todavía me produce repelús el recordar al caudillo bajo palio y tantas otras barbaridades de la época. Gracias por tu comentario. Salud!
    Y gracias a ti, Prudencio. El eufemismo del taco que citas me llamaba mucho la atención, cuando yo vivía en esa tierra cordobesa. Tendremos que ver la película; puede darnos para más comentarios. También, salud!

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  4. Pido disculpas por el retraso en incluir esta historia pero para esto de escribir no soy nada lanzada…y espero que os guste.

    Ya entrados los años "60" raro era el día que, en el autobús, no tenía que utilizar como arma, aquellos preciosos zapatos de tacón de aguja que usaba.

    Los zapatos siempre han sido mi debilidad, sobre todo los de tacón alto.

    Para poder utilizar dicha arma, había que tener “aguante”, “paciencia”, y por supuesto “factor sorpresa”. Al menor síntoma de acoso, sin moverse para no levantar sospecha alguna, se pasaba el peso del cuerpo a un solo pie y el tacón del pie libre se colocaba en mitad del pie del interfecto, a continuación, lenta pero firmemente, se cambiaba el peso de pie…automáticamente se oía un grito ahogado y el individuo se bajaba en la siguiente parada.

    En caso de que el personaje intentara armar jaleo… “Perdón ha habido un frenazo y le pise sin querer”. Esta segunda parte no se solía dar nunca.

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  5. Querida Anónima:
    ¡Qué bien descrita la venganza, o, por mejor decir, la defensa! Y además estudiabas muy bien la situación; me recuerda una escena de la película de Liz Taylor "La mujer marcada" en la que ella le traspasa el pie al muchacho con su tacón de aguja. Gracias por tu comentario!

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