domingo, 11 de septiembre de 2011

“EL TIEMPO ENTRE COSTURAS”

En “El tiempo entre costuras” María Dueñas cuenta la historia de la hija de una costurera madrileña, Sira; escrita en primera persona, la novela comienza en los años treinta, cuando la protagonista contaba veintitantos años. La autora posee una variada documentación sobre la época de la posguerra española en el Protectorado de Marruecos, que utiliza para crear una novela histórica, en la que se entrecruzan los personajes de ficción con los reales. En 2010 se convirtió en la novela más vendida.
Durante el año y pico que ha pasado desde que la leí, he llevado a cabo un pequeño sondeo entre bastantes lectoras, recurriendo incluso al “facebook”,  -utilizo el femenino pues sólo conozco a mujeres que la han leído- y, menos a tres o cuatro, les gustó a  todas. Las partidarias alegan que es muy entretenida, que personajes históricos como Juan Luis Beigbeder o Serrano Súñer están muy bien descritos, que la protagonista, Sira, resulta una mujer valiente e interesante o que es la única novela histórica sobre el Protectorado español, aunque esto no es exacto  ya que en el año 1976 se publicó una novela “La vida perra de Juanita Narbona”, bastante olvidada hoy, escrita por Ángel Vázquez; una verdadera novela.
Pues bien, yo me encuentro entre las tres o cuatro que disentimos; he de añadir que he recibido la opinión de un hombre que me escribe un SMS diciéndome que “El tiempo entre costuras” no lo ha enganchado, que tiene incongruencias y que la ha terminado de leer por cabezonería. A mí, sin embargo, me enganchó al principio, pero perdí el interés en el cuarto o quinto capítulo; me dio la impresión de que, a partir de ahí, a la autora se le va de las manos la narración y desvaría (DRAE: desvariar: ‘desunir o desviar’), como si se hubiera cansado de escribir. Aunque pude encontrar momentos esporádicos de interés.
Ya que estamos entre costuras, se sabe que cualquier texto, para convertirlo en  literario hay que elaborarlo como un tapiz: que el fondo y la forma sean como la urdimbre y la trama de un telar; o, como afirmaba Flaubert: la forma es al fondo lo que el calor al fuego. Pero a lo largo de la novela que nos ocupa, la forma es inapropiada, cuando no incorrecta. Cito algunos ejemplos:
  • Frase sin sentido de la página 137: […] en cuanto noté que el sonido de las botas se desvanecía en la distancia, apreté el paso y saqué por fin el alivio a respirar […]
  • En la página 604: [...] al alcanzar consciencia de mi envergadura [...] Y en la 605: [...] (ellos) me habían hecho crecer en apenas unos días. O tal vez llevaba tiempo creciendo despacio y hasta entonces no había sido consciente de mi nueva estatura [] La autora abusa de la misma metáfora en dos frases que chirrían por lo ajenas al lenguaje literario.
  • En la página 630 describe la autora una posible boda de su madre con un viudo: [...] lograría convencerla para acabar casándose una mañana de junio en una ceremonia madura y diminuta delante de todos sus hijos [...] La acumulación de verbos del principio de la frase es innecesaria y los adjetivos con que describe la ceremonia, imposibles. 

Se encuentran además en el texto numerosas palabras, cuyos significados no son correctos. He aquí algunas muestras:
  • Página 310: [...] dijo volviéndose a mí con gesto contuso”... 
  • En la 537: [...] ellas luciendo altivas el lujo de sus joyeros”, (por: “conjunto de joyas”). 
  • En la 592 utiliza la palabra cuestionar en lugar de “preguntar”.  
Por otra parte, algún crítico ha señalado que se trata de una novela con final abierto, pero no es tal, ya que la autora propone una serie caótica de finales posibles, cuando en realidad el final abierto es aquel en que el autor decide que el propio lector elija la explicación que más le satisfaga para construir el verdadero desenlace; así, quien lee se convierte en lector activo, porque completa la historia con las claves que el autor va dejando en la composición. Un ejemplo de novela con final abierto es la genial obra de Henry James “Otra vuelta de tuerca”. 
En resumidas cuentas, no por vender miles de ejemplares una novela se convierte en buena. Como afirma el crítico Rodríguez Rivero, Dueñas ha hecho carrera al margen (pero cerca) de la literatura. Y, no por ser mujer, una se convierte en gran novelista. Me quedo con la opinión de Ana María Matute, que, a la pregunta sobre si existe una literatura de mujer, responde: Existe la Literatura, la buena y la mala, y me da lo mismo que esté escrito por el hombre que por la mujer. 
Con lo escrito, no he seguido el consejo de W.H. Auden que dice: Reseñar libros malos no es sólo una pérdida de tiempo, sino también un peligro para el carácter. Espero que no me afecte a éste.  




8 comentarios:

  1. Gracias por evitar que pierda el tiempo leyendo 'la novela' que, por lo visto, todas tenemos que leer.
    ¡No gracias!
    Un beso,
    Iria.

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  2. En mi biblioteca es una de las novelas más leídas, principalmente por mujeres entradas ya en años.
    Gracias por esta brillante y experta crítica literaria

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  3. Gracias a vosotras dos. En ésto todo es cuestión de ventas, para lo que se hace una promoción extraordinaria, como para cualquier perfume, pongamos. Según el crítico literario que cito, R. Rivero -escribe en Babelia-, la editorial ya está preparando otro "más vendido" para octubre: "Su siguiente "apuesta" es "Lazos de humo", de la periodista María Iglesias..."

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  4. Por la cosa de ser librero a veces tiene uno que enfrascarse y leer "los libros más vendidos"... Pero me resultó insufrible El tiempo entre costuras, como otros productos similares. Una pérdida de tiempo mayúscula que luego como lector me produce cierta vergüenza ajena al tener que decir "es muy entretenida". Ciertamente que los libreros ganamos más con una novela entretenida que con cualquier aporte literario, nacional o extranjero, macho u hembra, y las editoriales no digamos, pues que el autor, aunque sea mujer y mala escritora, no tiene más culpa que su desvergüenza en usar la sensiblería que mantiene bajo mínimos el gusto y el criterio de "sus" lectoras.
    Un abrazo, María Victoria

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  5. Supone una satisfacción que me hagan comentarios tan "sabrosos" una bibliotecaria y un librero, por lo que ¡mil gracias!
    Prudencio, tus reflexiones me interesan mucho, porque en ellas demuestras tu experiencia en el oficio y expresas tu dedicación al mismo.

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  6. María Victoria... a mi madre le ha encantado "El tiempo entre costuras" hasta el punto de ser ¡el primer libro que me recomienda en su vida!:

    Tiene 80 años y gracias a una operación de cataratas vuelve a leer, a coser...

    Yo no he leído esa novela, pero la voy a leer.

    Besos.

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    1. Gracias, Pedro, por tu comentario. Entiendo que a tu madre le gustara la novela; desde luego no es de las peores y enganchan varios de sus episodios. Además si la comparamos con el horror de "Las cincuenta sombras de Grey", esta sería una novela bastante buena.
      Salud!

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  7. MIERDA, MIERDA, MIERDA...

    Lo digo otra vez:

    FUTURO, FUTURO, FUTURO...

    Una mujer como María Victoria Prieto Grandal es grande y maravillosa. Enamora.

    Una mujer como ella, siembra pensamiento, conocimiento, ideas... y la sociedad recogerá su siembra.

    Tengo una elegía que ella me enseñó a escanciar moviendo los dedos, como me enseñó a apreciar la verdad, el arte, la justicia, la libertad, la igualdad.

    POR ESCRITO COMO LE GUSTABA A ELLA, BIEN MEDIDO, BIEN DICHO Y ESCRITO:

    ELEGÍA

    Yo quiero ser llorando el hortelano
    de la tierra que ocupas y estercolas,
    compañera del alma, tan temprano.

    Alimentando lluvias, caracolas
    y órganos mi dolor sin instrumento.
    a las desalentadas amapolas

    daré tu corazón por alimento.
    Tanto dolor se agrupa en mi costado,
    que por doler me duele hasta el aliento.

    Un manotazo duro, un golpe helado,
    un hachazo invisible y homicida,
    un empujón brutal te ha derribado.

    No hay extensión más grande que mi herida,
    lloro mi desventura y sus conjuntos
    y siento más tu muerte que mi vida.

    Ando sobre rastrojos de difuntos,
    y sin calor de nadie y sin consuelo
    voy de mi corazón a mis asuntos.

    Temprano levantó la muerte el vuelo,
    temprano madrugó la madrugada,
    temprano estás rodando por el suelo.

    No perdono a la muerte enamorada,
    no perdono a la vida desatenta,
    no perdono a la tierra ni a la nada.

    En mis manos levanto una tormenta
    de piedras, rayos y hachas estridentes
    sedienta de catástrofes y hambrienta.

    Quiero escarbar la tierra con los dientes,
    quiero apartar la tierra parte a parte
    a dentelladas secas y calientes.

    Quiero minar la tierra hasta encontrarte
    y besarte la noble calavera
    y desamordazarte y regresarte.

    Volverás a mi huerto y a mi higuera:
    por los altos andamios de las flores
    pajareará tu alma colmenera

    de angelicales ceras y labores.
    Volverás al arrullo de las rejas
    de los enamorados labradores.

    Alegrarás la sombra de mis cejas,
    y tu sangre se irán a cada lado
    disputando tu novio y las abejas.

    Tu corazón, ya terciopelo ajado,
    llama a un campo de almendras espumosas
    mi avariciosa voz de enamorado.

    A las aladas almas de las rosas,
    que el almendro de nata te requiera,
    que tenemos que hablar de muchas cosas,
    compañera del alma, compañera.

    Miguel Hernández

    (Perdón por "feminizar" esta elegía, pido perdón por mi atrevimiento, pero María Victoria Prieto Grandal es mujer y le debo un abrazo de alumno a maestra)

    Todo el amor desde Montalbán de Córdoba.

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