jueves, 12 de julio de 2012

LOS IDUS DE MARZO

                                              Cuadro de Jean-Léon Gerôme

“Yo me decía: No puede existir dedicación más hermosa que ésta. Una exaltación juvenil me trastornaba. Tenía que pasar mucho tiempo hasta que yo me diera cuenta de que lo que me daban los niños valía más que todo lo que ellos recibían de mí.” (Josefina Aldecoa, “Historia de una maestra”)
Hago mías estas palabras porque muchas veces, a los alumnos las explicaciones o expresiones de los profesores, les resultan tan insólitas, que sus reacciones son interesantes, curiosas e inteligentes. Por lo que he guardado una serie de trabajos de ellos y he apuntado algunas anécdotas muy significativas. La que me dispongo a contar data del 15 de marzo de1996 y fue la respuesta de ellos a una frase latina que solté en clase de Literatura, como diría mi profesor de Paleografía, D. Eladio Lapresa, cuando estábamos leyendo un documento del XV, por ejemplo, y nos atrancábamos en una palabra, él ya nos advertía con su acento granadino: es que es un latinajo. (Las palabras en cursiva son párrafos escritos por tres alumnos de 2º de B.U.P.):
Belinda redacta: Esta mañana ha llegado la profesora de Literatura y, como todos los viernes por la mañana, se ha retrasado. Nos dijo que separáramos las mesas, lógicamente, para hacer el examen de recuperación; nos ha dado un folio, cómo no, y ha empezado a contarnos una historia del romano César, pero no le hemos hecho ni caso, por lo menos yo, hasta que he visto que estaba poniendo mucho entusiasmo al contar la historia y le he preguntado si teníamos que copiar algo, ella me ha respondido, con voz picarona como siempre, que a lo mejor; y aquí estamos haciendo la redacción de cuando a César le pronosticaron los sabios (imagino yo que serían esos) que corría peligro en los idus de marzo. Y en ese mes, efectivamente, cuando estaba en la puerta del Senado, fue  apuñalado por un grupo de conjurados entre los que se encontraba su hijo adoptivo Bruto, por lo que César dijo (imagino que medio muerto no sé si por el susto o por las puñaladas): “¿Tu quoque,Brute, fili mi?”
Jacob cita la frase latina y escribe: ...El asombro es general, entre alguna u otra carcajada que se escapa y enseguida viene la historia de César. Pero la gente sigue en lo suyo: hablando o poniendo el nombre al examen...la gente no se ha enterado de nada, piensa que es otra de las muchas historias que cuenta diariamente, pero al pedir que la repita, la historia dice así:...y Jacob cuenta la muerte de César escuetamente y muy bien.
 Damián es el que explica qué tenía que ver el examen de recuperación con la historia de los idus de marzo:...César se dio cuenta de que uno de los que lo estaban apuñalando era su propio hijo, llamado Bruto, entonces César exclamó: “¿Tu quoque, Brute, fili mi?”, que en castellano quiere decir: “¿Tú también, Bruto, hijo mío?”. Toda esta historia viene a que, cuando la profesora repartía los folios, le dijo a Sergio: “¿Tu quoque, fili mi?” refiriéndose a que Sergio como estudia mucha Literatura y es un chico aplicado, Mª Victoria no entendía cómo podía estar en el examen de recuperación. Ellos no citan la coincidencia de que esa historia la estaba contando  precisamente el 15 de marzo, los idus en Roma, y que por aquellos días había visto un cartel con el anuncio “Los Idus de Marzo” en un teatro de la ciudad, aunque no puedo recordar qué obra era.
Por momentos como los relatados siento nostalgia de mis años en los  Institutos, porque cada día cuando la puerta del aula se cerraba y empezaba la clase, no existía nada más: los jóvenes, los libros, la pizarra, la palabra; más allá, el diluvio. Aunque, en aparente contradicción, a los profesores de Literatura nos gusta mucho la metáfora de Marshall Mac Luham que habla de un aula sin muros: el mundo entra en la clase, porque la literatura se equipara a la vida. Sucede algo similar a lo que se puede apreciar si lanzamos una  piedra al estanque: las ondas que produce se amplían y perturban las orillas, el fondo se arremolina, el estanque entero se ve afectado. Es así como un texto pone en funcionamiento el estanque de la memoria y avanza y todo el mundo cabe en el texto, es como si todo el mundo entrara por la ventana.

2 comentarios:

  1. Querida Mariví, ¡Qué hermoso recuerdo has traído a mi memoria con esta anécdota! Fíjate que hasta hoy no recordaba que eso hubiese pasado en el examen de recueración. Estaba confundido con otra anécdota similar: la historia de Teseo y el minotauro. Pero ahora ya recuerdo bien que esta última fue una redacción que mandaste para casa y, recuerdo incluso, que hasta te hice un dibujo del pobre Egeo defenestrándose por los acantilados ante la visión de las velas negras.
    Esta es la prueba de lo que afirmas en tu publicación: "Es así como un texto pone en funcionamiento el estanque de la memoria y avanza y todo el mundo cabe en el texto, es como si todo el mundo entrara por la ventana". Yo siempre cuento a mi alumnado ambas historias. Les he hecho, incluso, ponerlas por escrito, como tú hacías, y les explico que una vez, hace muchos años, el hecho de estar atento me sirvió para aprobar literatura. Hoy día creo que a esto lo llaman escucha activa. 17 años después comprendo que las mejores clases eran aquellas que se construían entorno a anécdotas espontáneas. Yo llevo pocos años en esto, cuatro exactamente, y he podido comprobar, con inmensa alegría y sorpresa, cómo a los alumnos le llega mucho más cualquier comentario sobre cualquier cuestión que las jarchas, el tetrástrofo monorrimo, la libertad en el Quijote o el sintagma nominal. Otra gran maestra que tuve, más reciente, me explicó por qué ocurre esto; por qué el alumnado siempre tiene profesores preferidos y otros no tanto, aunque la materia que impartan sea tediosa o difícil: en realidad los niños y las niñas no aprenden de nosotros (de los docentes), sino que nos aprenden a nosotros. En este sentido fue un placer aprenderte a ti. Muchos besos y muchas gracias. Ha sido un momento emotivo para mí. Damián Carrera Reyes

    ResponderEliminar
  2. Querido Damián: Para mí sí que ha sido conmovedor tu comentario, te agradezco de corazón todo lo que dices de tus recuerdos y es muy interesante la reflexión sobre los profesores. Lo que me hace gracia es lo de "la escucha activa", la nomenclatura moderna-guay me repatea, los políticos responsables de la educación no saben hacer otra cosa que inventar palabras y desarreglarlo todo ¡ay, Señor, Señor!, como diría mi abuela. Feliz verano!

    ResponderEliminar